El trastorno por atracón (o trastorno de atracones) ha sido reconocido como una entidad diagnóstica propia dentro de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) por primera vez en el DSM-V (APA 2013).
Se caracteriza por la aparición recurrente de atracones (episodios de ingesta compulsiva), en los cuáles la ingesta se da en un espacio de tiempo menor del que lo harían la mayoría de las personas en similares circunstancias, y además estos episodios están acompañados de un marcado sentimiento de pérdida de control sobre la ingesta (p.ej., sensación de que no se puede parar de comer o no se puede controlar el alimento que se ingiere o la cantidad de comida que se ingiere).
A los episodios no les siguen conductas compensatorias (p.ej., vómitos, uso de laxantes o diuréticos, ejercicio físico excesivo o ayuno) que serían propias de la bulimia nerviosa.
Algunas personas con un trastorno por atracón pueden comer muy rápido, incluso cuando no tienen hambre o comer hasta sentirse desagradablemente llenas. Con frecuencia, la persona puede tener sentimientos de culpa, vergüenza o disgusto con uno mismo, esto puede hacer que la persona realice los atracones en solitario, para mantener en secreto esta conducta delante de los demás.
Los atracones se viven con un gran estrés y malestar interno, y ocurren, de media, por lo menos una vez a la semana durante 3 meses.
El antecedente de los atracones más común es el afecto negativo. Por este motivo, los atracones pueden darse con mayor frecuencia cuando la persona se siente triste, enfadada, nerviosa o aburrida.